El Beso, Rodín
Con
el tiempo, tu boca
y
la mía extendieron la rutina
perfumando
las copas del deseo.
Era
entonces, cuando convertíamos
los
vasos, en cristal de Bohemia
ungidos
por el placer de brindar
con
vino y néctar de rosas.
Hoy
mi boca se abre
vivificante
hasta la tuya
mi
lengua trata de imbuír
en
tus labios la miel
como
una abeja que extrajera
el
olvido, con su aguijón.
Acaso
en un instante,
dejes
de bucear en mi boca
y
entonces no recuerdes
donde
pusiste el polen.
Un
zumbido de sueños
escapan,
como fugaces estrellas.
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(R.J.M./14.2.2015)
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