domingo, 16 de febrero de 2014

INVITACIÓN A LA PRIMAVERA


La nostalgia de espacios invisibles
crece con la lluvia en febrero
nos recuerda las nubes infantiles,
remotas sombras de luces
que escapan a toda prisa,
como sueños efímeros.

Trae el viento su gesto más airado
y excava los huesos, rompen las olas
en el incierto atardecer de absurdos héroes.
Atrapados por el temblor de las pisadas
cae la tormenta sobre los roces
de alas en tantos pájaros heridos.

Descarga la tormenta y engulle las horas,
sobre la fría piedra, el miedo se hace
oración, un vacío habitable.
Se abre la larga noche de imposibles
siembras de dolor, itinerarios
que quiebran la palidez de las manos.

Apoyada la soledad en la mañana
hay que alentar el rayo de sol
que cubre las distancias.
Ahuyentar el menosprecio del silencio,
en un interminable vals que nos devuelva
el recuerdo de la música.

Zambullidos en el tiempo, olvidamos
que la primavera llegará fiel a su cita
y abrirá la fiesta de colores.
Nos contará su idilio de perfumes
pegados a la piel, embriagándonos
con sus horizontes de luces.

(R.J.M./5.2.14)

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