sábado, 13 de diciembre de 2014

UNA OKUPA BEBEDORA



    Rocío se lo dijo a su marido cuando estaban cenando.
- Fani ha tenido un accidente conduciendo, la han operado con urgencia y le han escayolado una pierna, necesita alguien que la cuide durante un tiempo, ya sabes que no tiene familia.
- ¡Vaya, cuánto lo siento! ¿Dónde dormirá?.
- He pensado que Carlos puede dormir en el sofá. -se levantó de la mesa y tomó la botella de vino- ¿Quieres otra copa?
- No, esta es la segunda, la apuraré mientras reviso unos papeles.
  Marina guardó la botella y retiró los platos de la mesa.
- ¿Por qué no me lo has consultado? Dijo Carlos enfadado- También podría dormir con Sandra y Marina.
- ¿Dónde, en el suelo? Vamos, no te enfades, será por poco tiempo, -le revolvió el pelo- No creo que toque nada de tu habitación, aunque tendrás que ordenarla antes.
  Al día siguiente, Estefanía llegó a la casa seguida de Carlos, con resignado gesto, arrastraba una gran maleta, ¿dónde ponerla? Su madre miró alrededor, desenchufó el portatil y lo llevó al salón. Con gran esfuerzo, logró colocar la maleta sobre la mesa. Las niñas acudieron a saludar a Fani, ésta ya había abierto la maleta, sacó cuatro vestidos, dos faldas, los fue poniendo en los brazos de Sandra y Marina, con el ruego de que los metieran en su armario. Cogió las muletas apoyadas en la pared y fue a sentarse en el sillón donde habitualmente se sentaba Alfredo, al verla, Rocío la hizo levantarse y sentarse en el otro.
- ¡Ay, Rocío! No te pongas así, ahí hay más luz para poder leer. Anda, sé buena y me traes una cerveza, estoy seca.
- Aquí no bebemos cerveza, ya lo sabes. Tenemos refrescos y vino para las comidas.
- Bueno, pues traéme la botella y un vaso, así no te hago dar tantos paseos. Tendrás cosas que hacer, aparte de atender a una vieja amiga.
- Ya no falta mucho para que venga Alfredo a comer, -trataba de controlar su irritación y se fue a la cocina.
- Hija, hay que ver cómo te estás aburguesando. Deberías ponerte a trabajar.
   Carlos entró en el salón a recoger su ordenador, Fany sacó su monedero y le llamó, le pidió que fuera a buscar unas cervezas, indicándole que se quedara con el resto del dinero. Salía Rocío de la cocina cuando lo oyó e impidió que su hijo fuese a comprar nada.
Cuando Alfredo llegó no vió a su mujer, se acercó a Fany y le preguntó cortésmente cómo se encontraba. A los pocos minutos, Rocío aparecía con la enorme maleta. Fany y Alfredo se miraron interrogantes.
- Lo siento, querido, Fany sólo vino a comer en casa de unos burgueses, por tanto ha de hacerse cargo de su propio restablecimiento. Otra cosa, querida Fany, si bebes no conduzcas.

(R.J.M./12.12.14)

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