viernes, 25 de marzo de 2016

LLAMÉ A ATIS (Primavera efímera)



Sobre el profundo mar atisbé
el silencioso llegar de las naves
envueltas en la mágica seda

de las quimeras.


Brillaban sus faroles entre brumas
del sueño arrebatado a una clara noche
y en las aguas iban dejando 
corceles de espuma.


Sirios, helenos, latinos...

Creí que podría prescindir 
de abalorios, me era reservado

un gran visir con papiro de alabanzas.

Llamé a Atis...
Y él vino, encantador frigio
con cayado cubierto de campanillas
azules y blancas. Sus ojos 
como luciérnagas, alumbraban
el camino de la noche abrupta.


"¡Oh! Si Cibeles perdonara
mis amores fatídicos,
contigo compondría la más bella
egloga de idilio".


En el pavoroso piélago
del despertar, descubrí otras ménades
que alzaban sobre sus cabezas
atributos de laurel.


Llamé a Atis..,
ya no sé lo que persigo.
Sé que no se pueden tornar a vivir
las cosas que ya fueron.


Busco a Atis.., 
tan efímero como mis primaveras
que se pierden en los meandros
de la vida. 
Sé que no puedo
transformarme en un pino
que sustente el canto del jilguero.

Sin embargo, qué dulce fue el néctar
antes de que se quebrara
la copa del hechizo.

(M.R.J./ 20-3-16)



Del libro "La Huella de los dioses"
Edic. Torremozas, Madrid 1986.

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