lunes, 21 de noviembre de 2016

NADERÍAS DE LA NADA

                                                                              
Reto fantasmal
"El fantasma acudió a la cita antes de medianoche...". 
Estaba francamente agotado, le hubiese gustado ser un fantasma al uso, de esos que arrastran muebles sin que nadie les vea, de los que no se asustan ante naderías: por ejemplo, los resplandores rojos en las pupilas blancas con sombras tortuosas iluminadas por la tormenta.

Si al menos pudiese dibujar la ambigüedad de dos dimensiones invulnerables, pero sólo se le ocurría impulsar dentelladas bidimensionales, sin perspectiva, en dedos tridimensionales iban quedando pocos, lo mismo le pasaba al horizonte.

Su espera estaba desesperada, el tiempo era intrasmisible, no acertaba la manera de comunicarse, su cráneo sólo servía para alojar los excrementos de los metales, así al natural, se desparramaban por los orificios.

De haber tenido un dedo largo, huesudo y articulado, hubiese podido amontonarse, marcar el tiempo.
Se asustó mucho, mucho antes de que las manecillas marcaran las doce, alguien le olió y dijo: He hallado polvo craneal del bing-bang y le sacudió con un plumero.
Alguien acababa de inventar lo más horrible: la nada.
(R.J.M./18.11.16)


martes, 1 de noviembre de 2016

LA FLOR DE CHOCOLATE


¡Feliz día amig@s!

No busquéis la Cosmos chocolate
entre el salvaje tapiz de los bosques,
entre la belleza de los jardines.

Oculta sus perfumes en el día
aguarda la noche para exhalar
sus olores a cacao y vainilla.

Nunca veremos semillas extrañas 
aunque sean visitadas por pájaros.
Esta bella planta no es autofértil,
se cubren sus tubérculos del frío
con capas maderera de hayas
que se descubren en verano.

Dulces aromas que no conocemos,
difícil será llegar a aspirarlos
si no viajamos al país mexicano.
Disfrutad su belleza en este día
tan especial para Santas y Santos,
lo celebréis o no, es día de fiesta.

(R.J.M./1.11.2016)

miércoles, 26 de octubre de 2016

.La máquina de escribir. L. Anderson. Dir: Miguel Roa. Máquina de escribi..

EL DESTINO DE OLYMPIA


EL DESTINO DE OLYMPIA
El sol arrancaba destellos a los botones, se enamoró de ella. ¡Era tan bonita! Tenía que ser suya, preguntó pero no era posible, tardaría meses y un buen día, se la llevó a su casa, reservó una habitación contigua al dormitorio un rincón junto a la ventana. Más de una vez abandonó el lecho matrimonial, iba a su encuentro, sus dedos la recorrían con auténtico placer, se fueron fraguando amores y desamores, alegrías y tristezas.
Pasó el tiempo, los tipos comenzaron a salir lentamente, imprimían sus caracteres donde les daba la gana, se estaba desfasando. El proceso fue rápido, una voluminosa caja vino a ocupar el espacio junto a la ventana. De nuevo una voz llegó desde la cama: Vamos, déjalo ya ¿por qué no te dedicas a contar ovejas, como el resto de los mortales?
La contempló por última vez cuando él la subió a su último destino: la buhardilla.
A veces, pienso que las máquinas conocen su final y comienzan a hacer cosas extrañas, por ejemplo tragarse un virus, hacer desaparecer un trabajo ya preparado para un día concreto, cosas así para decirnos: ¡Hasta aquí hemos llegado!.
R.J.M./20.10.16

 La máquina de escribir. L. Anderson. Dir: Miguel Roa. Máquina de escribir..

domingo, 24 de julio de 2016

DÍA DE RECUERDO


                             
Serranillos del Valle - Madrid (Sept. 2009)




En este día de recuerdo,
no nos embarga la tristeza.
Hubo tantas veces en que se te acercó
la dama negra y saliste victorioso,
que el duelo no nos tenía apego.

Nos bastaba con ver tu sonrisa,

nos hacía sentirnos vivas.

Recobrábamos el coraje
para transitar por el dolor.

No, el destino no tiene dueño,
está escrito en el libro de las sombras,
aprendemos a leerlo cuando pone 
la palabra fin.

(R.J.M./23.7.16)


viernes, 25 de marzo de 2016

LLAMÉ A ATIS (Primavera efímera)



Sobre el profundo mar atisbé
el silencioso llegar de las naves
envueltas en la mágica seda

de las quimeras.


Brillaban sus faroles entre brumas
del sueño arrebatado a una clara noche
y en las aguas iban dejando 
corceles de espuma.


Sirios, helenos, latinos...

Creí que podría prescindir 
de abalorios, me era reservado

un gran visir con papiro de alabanzas.

Llamé a Atis...
Y él vino, encantador frigio
con cayado cubierto de campanillas
azules y blancas. Sus ojos 
como luciérnagas, alumbraban
el camino de la noche abrupta.


"¡Oh! Si Cibeles perdonara
mis amores fatídicos,
contigo compondría la más bella
egloga de idilio".


En el pavoroso piélago
del despertar, descubrí otras ménades
que alzaban sobre sus cabezas
atributos de laurel.


Llamé a Atis..,
ya no sé lo que persigo.
Sé que no se pueden tornar a vivir
las cosas que ya fueron.


Busco a Atis.., 
tan efímero como mis primaveras
que se pierden en los meandros
de la vida. 
Sé que no puedo
transformarme en un pino
que sustente el canto del jilguero.

Sin embargo, qué dulce fue el néctar
antes de que se quebrara
la copa del hechizo.

(M.R.J./ 20-3-16)



Del libro "La Huella de los dioses"
Edic. Torremozas, Madrid 1986.

viernes, 12 de febrero de 2016

Recordando a Cristóbal

Almendro canillense


RECORDANDO A CRISTÓBAL
CON M. ROSA

Acróstico de nuestra amiga Julie Sopetrán

Cuidabas de tus cosas con esmero
Recibías amor, dabas cariño;
Ilusionabas juegos como un niño
Sabías lo que sabe un caballero.
Todo lo preparabas con desvelo
Otorgabas sabores al aliño;
Bien podría decir que eras armiño
Ante ti, se postraba lo sincero.
Loable es tu figura en mi recuerdo
Mi cariño se funde con la ausencia
Resumen del destino y del destierro.
Oro puro con Amistad que pierdo
Sabiendo que la vida es trascendencia.
Ayer..., cuando jugabas con tu perro...

©Julie Sopetrán

(8 de febrero 2016)

Querida amiga: Me has emocionado con tu hermoso poema,
recordando tantos momentos dulces como compartimos,
le hubiesen encantado tus versos leyéndolos como un rapsoda.
Ese día era el descumpleaños de mi madre y recordé a la tuya,
él decía que ambas castellanas eran igual de dulces y cariñosas.
Ese día, me llegó la certeza de que él ya no está con nosotras,
lloré al ver que los almendros florecían y saber que no podría
llevarle almendras, para que él dijera: Son de Julie ¿verdad?
Y yo asentía, para que no recordara que hacía años
que él no caminaba por las tierras de Sopetrán.
Besos y abrazos. Mª Rosa.