Ayer
por la tarde, cuando paseaba por mi barrio, tranquilo, pacífico, sin
apenas tráfico, ni ruidos, solo las risas que llegaban desde algunas
terrazas, siendo domingo y vacaciones. Experimentaba, sin embargo,
una sensación de tristeza por todos aquellos a los que se les ha
roto el derecho a pasear, a reír.
Sentía
la impotencia de saber que quien ostenta un premio Nobel de la Paz,
ignora lo que significa esa palabra y todo, porque existen dos cosas
imprescindibles para los Centros del Poder: las armas y el dinero.
Unos gobernantes cínicos e impasibles ante la desvergüenza de
contribuir a una masacre, a un genocidio.¿Quién sino ellos, pueden
detenerlos?
¿Servirá
de algo que unos cuantos millones de personas estemos rogando por la
paz? A lo largo de la Historia,
desde que el mundo es mundo, la palabra Paz ha demostrado ser una
Utopía: un lugar que no existe, un plan irrealizable. Para que fuese
real, tendríamos que transformar nuestro interior y romper los
límites, uno a uno, cada ser humano. Imposible ¿verdad?
Al
menos, soñemos que es posible, no perdamos la Esperanza. Saber
que no estoy sola en el utópico pensamiento, hace que saboree con
auténtica fruición un vaso de horchata y dé gracias por este
simple placer. ¡Ojalá! Algún día podamos brindar por una de las
palabras más hermosas del universo. ¡PAZ!
Abrazos
de Paz para tod@s y cada un@.
(R.J.M./28.7.14)