viernes, 6 de noviembre de 2015

TERROR EN LA CALLE DESIERTA

                                                   

            Sábado, 11 de Agosto. 

   Eran las 6 de la tarde, no era hora taurina, no había ningún valiente que se atreviera a desafíar los 40º a la sombra. El coche me había dejado a unos cien metros del lugar adónde iba, evitándome esperar el autobús bajo el horno de la marquesina y recorrer después los 66 escalones que separan los desniveles de una calle a la otra, ambas paralelas y de dirección única.


   El viento africano soplaba con fuerza, se había sumado al fuego de san Lorenzo y sus ráfagas hacían ulular los toldos de terrazas y las ramas de los árboles, amenazaban mi cabeza. Estaba más sola que la una, no se veía ni un cuerpo con alma. Anduve por la acera, bajo la delgada sombra.

   Un extraño ruido a chatarra, me hizo detener y volverme a mirar, no pasaba ni un solo coche, los kavallos de los motores, estaban amarrados sobre el asfalto. Eolo amainó su soplo y proseguí el camino, apenas habría andado unos pasos y de nuevo escuché aquel chirriar, alcé la vista, so pena de convertir mi cara en un pergamino. No se veía a nadie, ni nada capaz de hacer aquel ruido, ni siquiera, el eje de unas ruedas ludiendo el asfalto.

   Crucé hasta la otra acera y apreté el botón, para que me abrieran la puerta de acceso al parque. Esta vez el sonido chirriante estaba cercano, como si me persiguiera. La acera marca una semicircunferencia para la entrada de vehículos, me alejé de la puerta, cuando ya la estaban abriendo. Junto al bordillo había un montón de hojas, me agaché y cogí un objeto. El parque estaba desierto, el agobiante calor había hecho que los residentes se mantuvieran en el interior.

   La recepcionista después de saludarme, me preguntó: ¿Se te había caído algo? He visto que te volvías y te agachabas a recogerlo.

   - Sí, esto -sobre el mostrador deposité un bote de cerveza vacío- ¡Por favor! Tíralo a la papelera. No sabes lo que puede aterrorizar en una calle desierta.

(R.J.M./11.8.12)
Foto: Parque de la Resi.

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